viernes, 15 de junio de 2012

LA VERDAD DEL EMPLEO / Pozo, Mauricio

Siempre es importante aclarar conceptos y definiciones del mercado del trabajo, pues la desinformación sobre el mismo es alarmante. Se tergiversan las cifras, se esconden otras, se compara lo que no es comparable y se sacan conclusiones mentirosas y equivocadas. Cuando se estudia teoría económica, existen dos grandes vertientes que explican el desempleo en una economía. Aquella de visión neoclásica, en la que la desocupación obedece a un problema de rigidez en el mercado laboral, la otra visión es la que encaja más en la corriente keynesiana y que explica el desempleo como el resultado de una baja demanda efectiva que impide al sector empresarial contratar mano de obra, pues no puede vender toda la producción planeada a los precios vigentes en el mercado. La experiencia de América Latina ha comprobado que estas dos vertientes, para países con restricción externa, es decir, economías altamente dependientes de la economía internacional como es el caso del Ecuador, más aún siendo un país sin moneda propia, es una suerte de compendio de ambas recomendaciones. Es decir, se deben flexibilizar los mercados para que la economía se adapte mejor a los vaivenes de los entornos interno y externo y no se le convierta al empleo en la válvula de escape de las crisis y, por otra parte, se promueva la inversión para que la actividad económica crezca y se reanime la demanda efectiva. El manejo económico actual ha hecho exactamente lo contrario: ha inflexibilizado más este mercado, el Mandato 8 de la Asamblea es el mejor ejemplo, y ha ahuyentado la inversión del país con todas las señales de agresividad al inversionista nacional e internacional. Otro ejemplo es el no pago de nuestra deuda externa comercial. Y, por favor, que no nos vean la cara diciendo que España y otros países tienen tasas de desempleo mayores cuando esas economías no tienen más del 45 por ciento de subempleados como el Ecuador. Allá, o están ocupados o desempleados. Aquí, para comparar, debemos sumar desempleados y subempleados, es decir, 55 por ciento. ¿Quién está peor? Hoy, 11 mayo. 2009, p. A. 4

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